Viaje al corazón del Himalaya: cómo los zapatos barefoot me ayudaron a encontrarme a mí misma

¿Cómo es cuando alguien se va de viaje a Nepal no solo en busca de aventuras, sino sobre todo en busca de sí mismo? ¿Y puede el calzado cambiar realmente tu visión del mundo? La señora Dagmar compartió con nosotros su experiencia personal de una excursión bajo el Everest, donde cada paso tenía sentido, literalmente.

¿A dónde fuiste y cuánto duró el viaje?

Me fui a hacer la ruta del Everest en Nepal, era mi segunda visita a este maravilloso país. El viaje, incluyendo los vuelos, los traslados y la ruta en sí, nos llevó tres semanas. Cada día fue diferente, lleno de nuevas perspectivas, retos y silencio, algo que no se experimenta fácilmente en nuestro país.

¿Fue un viaje en solitario o viajaste con alguien?

El plan original era un clásico viaje de chicas: cuatro amigas que decidieron embarcarse en una aventura poco convencional. Sin embargo, al final nuestro equipo se amplió con dos hombres que se unieron a nosotras. Lo organizamos todo nosotras mismas, desde los billetes de avión hasta el alojamiento, y en la ruta nos acompañó un experimentado guía nepalí que nos sirvió de apoyo e inspiración.

¿Cuál fue el objetivo principal o la motivación de este viaje?

Sinceramente, el objetivo no era «conquistar» el campamento base del Everest, sino más bien volver a encontrarme a mí misma. Necesitaba ralentizar el ritmo. Salir del torbellino diario de obligaciones, decisiones y pensamientos constantes. Quería despejar mi mente, dejarla finalmente descansar un rato, sin presión, sin expectativas.

Nepal es un lugar mágico en este sentido: la sencillez de la vida, el silencio de las montañas, la increíble energía de los templos, las sonrisas de la gente local y las vistas de los picos nevados, todo ello te obliga a estar aquí y ahora. Y cuando ves el Everest por primera vez, te quedas completamente impresionado. No por la altura o la fama del lugar, sino por la fuerza silenciosa que se siente.

Este viaje fue para mí un retorno a mí misma, al disfrute de las cosas sencillas, a la gratitud, a la paz interior. No solo fue un viaje por las montañas del Himalaya, sino sobre todo un viaje hacia mi interior.

¿En qué tipo de terreno utilizaste más el calzado?

Llevé las Barefooty en los pies prácticamente durante toda la ruta, desde las alturas más bajas hasta el momento en que empezó a nevar y tuve que cambiarme a botas de montaña. Caminé con ellas por senderos rocosos, caminos rurales, escaleras y tramos polvorientos. Pero no solo las utilicé en la montaña, también las llevé puestas durante los paseos por Katmandú y en el avión, porque son extremadamente cómodas y ligeras. Fueron mi «compañera» más habitual durante todo el viaje.

¿Qué tal le han ido con el calzado? ¿Qué destacaría en cuanto a comodidad, resistencia o funcionalidad?

Me han ido de maravilla. Destacaría sobre todo lo natural que es moverse con ellos: el pie puede trabajar como debe y, gracias a ello, me sentí más libre, más cómoda. Sin rozazgos, sin presiones, incluso después de un largo día. Al mismo tiempo, me sorprendió su resistencia: a pesar del uso diario en senderos de montaña en terrenos difíciles, se mantuvieron en perfecto estado. Se secan rápidamente, transpiran bien y, en definitiva, funcionan. En combinación con unos calcetines de calidad, resultaron ser unos zapatos muy cómodos y fiables.

¿Tenían las botas alguna característica que le sorprendiera durante el viaje?

Me sorprendió que, incluso en superficies rocosas y desiguales, me sintiera estable y segura con ellas. Al principio, uno piensa que necesita una suela gruesa, pero a menudo ocurre lo contrario: basta con que el pie funcione correctamente y perciba el terreno. Me sorprendió gratamente poder completar una gran parte de la ruta sin sentir cansancio ni sobrecarga. Las Barefooty se han convertido para mí en un símbolo de ligereza, no solo física, sino también mental. Es como si me recordaran que caminar despacio, con naturalidad y respetando el propio cuerpo es la mejor manera de avanzar.

¿Puede describir alguna experiencia o momento significativo que asocie con el viaje (y, a ser posible, con el calzado)?

Uno de los momentos inolvidables fue cuando, después de un día entero de caminata, me di cuenta de que había olvidado mis botas de montaña en Namche Bazar. En ese momento pensé que no era lo ideal, pero no me asusté, sabía que el terreno aún no era tan difícil y que con las barefoot podría seguir adelante. El verdadero problema surgiría más tarde, cuando llegara la nieve y las botas fueran imprescindibles.

Afortunadamente, nuestro guía nepalí lo solucionó rápidamente y esa misma noche un chico de quince años de la comunidad local me trajo unas botas de montaña. Ese momento me alegró mucho y me demostró lo mucho que se puede confiar en la gente de allí.

¿Hubo algún tramo más difícil durante el viaje en el que el calzado realmente demostró su eficacia?

Uno de los tramos más difíciles fue el día en que descendimos durante mucho tiempo: caminamos varias horas seguidas por un sendero pedregoso, donde cada paso requería concentración. El terreno estaba irregular, lleno de piedras sueltas y raíces. Me sorprendió lo mucho que podía confiar en las zapatillas barefooty. Gracias a que con ellas siento cada irregularidad del terreno, caminé guiándome por mis sensaciones, paso a paso.

Mucha gente piensa que las zapatillas barefooty no son adecuadas para la montaña. Por el contrario, me di cuenta de que cuando el pie funciona realmente como debe, es capaz de mucho más de lo que esperaba. Fue un pequeño reto, pero lo superé con facilidad, literalmente.

¿Recomendarías nuestro calzado a otras personas para un tipo de viaje similar?

Sin duda. Por supuesto, depende del terreno concreto y de los hábitos de cada persona, pero si ya se tiene experiencia con el barefoot y se sabe cómo reacciona el cuerpo, puede ser un compañero estupendo incluso en una ruta tan larga y exigente. Para mí, las zapatillas barefoot fueron durante el viaje un símbolo de libertad, ligereza y contacto con la tierra. Aunque en algunos tramos me puse botas de montaña, siempre me gustaba volver a las barefoot.

¿Qué tres palabras describirían mejor su experiencia con nuestro calzado?

Ligereza, libertad y confianza.

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